viernes, 19 de febrero de 2010

Quise rellenar el vaso con mi piel
100% agua quemada, desgastada
la cancion 100 mil veces escuchada, ya no quedan los quizas
formas y esteticas, de eso se tratan los perfumes
embadurnando poros determinados
de alli no se detiene el derroche de sales
recuerdo esos ojos cosidos, medio penetrados
donde miran los locos
donde la salida no es mas que el mismo comienzo
y los cesos en retroceso
la piel cambia de color
como la sombra maquillada de una mujer putrefacta
pero al fin y al cabo se termina callendo
como descosiendose del ser
asi mismo veo la muerte
como el color gris de unas ojeras
las que se dan por el encierro
mi encierro..

1 comentario:

  1. Bien es cierto que de los vasos a medio llenar hemos de desconfiar, pues su perfume cega nuestra mirada a todo. También es cierto que el circulo propuesto por los artificios viciados nos dejan en el mismo punto de la carretera, y nuestros ojos desvirtuanse igual que ante un perfume perfido. Mas, que las palabras liberan, no es del todo cierto; me gusta creerlo...

    !Sal de la máquina! ¡Escapa al nicho del que no sales! ¡Escribe en tu epitafio!

    Que la muerte es nuestra compañera, amiga de vida; sólo encerrados yacemos en nuestra propias trincheras, como se preguntaba aquel poeta: "¿Qué es la vida si no un perpetuo ejercer de la soledad? Acaso quién podría compartir tu dolor físico, tus sueños etéreos o incluso tu mismo espacio en el tiempo?" El encierro, pues, es nuestra existencia. El encierro en nuestro cuerpo; en los milimetros escasos en que se place nuestra mente.

    "Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a todos los hombres como realmente es; infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas través de las estrechas rendijas de su caverna."

    William Blake.

    ¡Que las palabras liberan! ¡Pues no lo sé!
    Cada cual dice su verdad de su encierro, añorando ora encontrarse ora encontrarnos. Sí sé que las palabras liberan; nos liberan de angustias vanas, de contemplar con dolor en el pecho lo inhaprensible. Las palabras nos liberan de la condena del raciocinio...
    ¡A celebrar pues, nuestra Libertad que reposa encerrada en las palabras! ¡A celebrar el mundo, y no desquiciarnos en álgidos pensamientos!

    ¿Que las palabras liberan?... ¿Acaso lo sé?

    ¿Te han liberado a ti alguna vez?

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